SI QUIERES PUEDES ESCUCHAR LA CANCIÓN MIENTRAS LEES.
He escogido este tema de Lennon titulado Nobody Told me (Nadie me lo dijo) para acompañar mi poema porque todos con los que he hablado que conocían la ciudad me decían lo imponente que me iba a parecer Nueva York, pero ahora que acabo de llegar de allí me doy cuenta de que si bien es cierto que he quedado maravillado de mucho de lo visto, no todo era tan bonito como me lo pintaban. En sus calles he visto una cantidad de mendigos que me ha parecido realmente desproporcionada a la grandeza del país. El último día vacié mis bolsillos del exceso de monedas acumuladas durante 9 días en los vasos de porespan, mugrientas gorras, envoltorios de comida rápida o cualquier elemento que empleasen para recoger limosna. Dicen que uno de cada cuatro es un ex combatiente que ha quedado perturbado. Este poema se lo he querido dedicar a ellos.
HOMELESS.
Extiendo la mirada hacia el horizonte
contemplando el amanecer de América en su cielo de verano.
Incipientes rayos de sol lamiendo la cresta de los colosos
y más allá del downtown, tras el dentado perfil,
majestuosa sobre su pedestal de la isla
alza solemne la libertad su entorchado brazo.
Pero mis ojos de turista no pueden apartar la mirada
ni mi forastera indiferencia,
dejando de ver que entre monolitos de 400 metros,
el lujo de la quinta avenida,
el espectacular Broadway,
o el icónico Times Square,
junto a las aceleradas mareas humanas vomitadas del subsuelo,
sobre las aceras de Manhattan
también existe el dolor y la oscuridad
entre los marginados por el gran sueño americano.
Hombres y mujeres de todas las razas,
olvidados por sus dioses y muchos de ellos
con la locura como dios de su aparente paz,
aislándoles como en una extraña alianza
del endiablado bullicio de Nueva York.
Camino atrapando la magia de la ciudad
mientras ellos permanecen atrapados en su ciudad sin magia.
Exhiben todos su cartón con la inscripción Homeless
acompañada de una original petición,
un poema, o unas simples palabras de agradecimiento.
Cuelga una condecoración
de la raída camisa de uno de ellos
que yace sentado junto a una boca de riego
sonriente y con la mirada ida;
un excombatiente loco que ha ganado una guerra
y una porción de acera donde seguir esquivando a la muerte
bajo el amparo de la llama de la libertad.
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