EL POR QUÉ DE EL BLOGÍGRAFO



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viernes, 23 de enero de 2015

EL DESVÁN





SI QUIERES PUEDES ESCUCHAR LA CANCIÓN MIENTRAS LEES







EL DESVÁN.

 

Los desvanes,

al igual que nuestras mentes,

disponen de rincones

donde se almacena nuestro pasado.

Entrar en un desván es revivir

momentos olvidados,

memorias de un pasado

que a veces nos recuerdan tiempos

en los que vivíamos una vida

que ahora nos parece la vida de otro.

Rebusco en el baúl,

ese infalible universo

donde siempre me reencuentro  con la nostalgia

Viejas fotografías;

unas gafas de sol

que alguna vez estuvieron de moda;

aquella camiseta de un concierto;

mi colección de comics de la Marvel;

mis discos de Loquillo.

Eran tiempos en los que ardíamos de amor;

en los que nos besábamos

a escondidas de nuestros viejos;

en los que nuestras irreflexivas

ocurrencias de adolescentes

nos hacían reír a carcajadas;

en los que tomábamos peligrosas curvas

en nuestro R5 de cuarta mano,

en cuyo asiento trasero

descubrimos el calor de nuestro amor.

Tiempos en que en un apartado lugar,

lejos de todo y de todos

veíamos amanecer,

fumando los dos del mismo cigarrillo.

Tiempos en los que la música de los 80

compuso la banda sonora de nuestras vidas;

tiempos en los que no necesitábamos a nadie,

porque nos teníamos el uno al otro,

y al mismo tiempo,

temíamos perdernos

porque temíamos a la soledad.

Vivíamos aceleradamente.

Teníamos suficiente con nuestro menú del McDonalds,

con dinero para la discoteca

y para tabaco,

y no nos preocupaba el futuro.

Pero el tiempo pasa

y toca vivir en ese futuro ignorado e ignorante,

presenciando como nuestro fuego es solo ceniza,

como el coche es un flamante familiar

cuyo asiento trasero

solo lo calientan las sillitas de los niños.

Le quito el polvo a una caja.

Saco el viejo tocadiscos de su interior.

Hago girar un elepé de Loquillo,

y me dejo transportar.

Cierro los ojos

hasta recuperar la imagen

del frescor de nuestros cuerpos,

de nuestras risas,

de nuestros besos,

de nuestros excesos.

Y sonrío.

Parece mentira como el tiempo nos consume,

como nos aleja

aunque nos mantenga cerca,

como muchos sueños se han estrellado

antes de emprender el vuelo,

y como hasta la música,

en otros tiempos poderosa,

parece sonar con melancolía.

Joder.

Como me gustaría

aunque solo fuese por una vez

que Loquillo me dedicase una canción.  

 

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