EL POR QUÉ DE EL BLOGÍGRAFO



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viernes, 29 de agosto de 2014

RELATO ERÓTICO

SALVAJE

                Te veo tan refinado y elegante hablando con los Landis, esa pareja de emperifollados aburridos que se creen nuestros amigos y que de vez en cuando vienen a casa a beberse nuestro wiski y a comerse nuestros bizcochos, y no puedo evitar recordar tu lado más salvaje, ese que muestras en las noches de desenfreno mientras me posees y se desencadenan mis múltiples orgasmos.
            Noches en que alejado del refinamiento y distinción que siempre muestras junto a tu porte y apariencia de brillante ejecutivo, sacas esa bestia que llevas dentro. Noches en que te conviertes en un primitivo bárbaro arrasador de poblados y violador de indefensas mujeres.
            Conversas con los Landis sobre tediosos asuntos de negocios y cotizaciones en bolsa que me parecen soporíferos, mientras observo en silencio como el trago que te he servido, como a ti te gusta, con soda y dos cubitos de hielo, lo bebes con elegancia con la misma boca con la que en la cama babeas mis pezones. Tu lengua y tu boca explorando cada centímetro de mi piel al encuentro de aquella zona que me proporcione más placer, mientras la mía acude al encuentro de tu erección. Trago saliva. Mi boca se relame recordando las descargas que la atragantan.
            A veces pienso si los demás nos imaginan como somos en nuestras relaciones íntimas, cuando damos rienda suelta a nuestros fetichismos y perversiones. De eso en lo que tú vas más que sobrado.
            Ahora mismo los Landis ven tu imagen más cordial y educada. Yo detecto como sonríes por compromiso, porque realmente estás deseando que se larguen. Me has traído un modelito de lencería del sex shop que seguro que debes estar deseando que estrene, para romperlo en pedazos mientras me mantienes esposada al cabezal de la cama.
            Todo el mundo ve en ti lo que tus elegantes trajes consiguen hacerles creer: que eres un triunfador, un educado, considerado y respetuoso directivo de una de las más importantes multinacionales del mundo. Pero hay más. Claro que lo hay. Como le sucede a todo el mundo. Nadie es igual mientras trabaja, come, se divierte, o practica sexo. La diferencia estriba en el calibre con que se miden nuestros otros yos.
            Otros ven tu distinguida presencia de trajes caros, camisas recién estrenadas y corbatas de seda. Tan solo se trata de un vulgar camuflaje público bajo las que yo veo en la intimidad tu velludo cuerpo, tu panza, tu rosado culo o tus peludos huevos. Tu ferocidad sexual queda reservada a mi siempre sumiso cuerpo. Ellos solo escuchan de tus labios sabia palabrería de experto financiero, nunca los gruñidos que emites mientras me sodomizas.
La conversación ya no aporta atractivas cuestiones sobre las que seguir hablando y los Landis comienzan a mirar sus relojes. Ya habían advertido que no se quedarían a cenar, por lo que intuyo que su marcha está próxima.
Sé que estás deseando que se marchen ya, pero con tu estudiada diplomacia consigues disimularlo a la perfección. Estás deseando el momento en que tu muñequita boba entre eróticamente en el dormitorio con sus zapatos rojos de tacón de aguja, envuelta en sedosas transparencias y maquillada como una puta.
Se levantan y les acompañamos hasta la puerta. Nada más cerrarla te agarro por las solapas, te volteo y te aplasto contra ella mientras te beso con ardor y te quito la ropa. Cuando te conocí no era más que una tímida jovencita que se ruborizaba cuando en el cine me acariciabas el muslo y me has convertido en una ninfómana que disfruta de las perversiones que tu ingenio de ejecutivo en busca de emociones fuertes es capaz de urdir.

No perdamos más tiempo. Vámonos a la cama, estoy deseando ver que modelito me has comprado y como tienes pensado arrancarlo de mi cuerpo. 


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