EL POR QUÉ DE EL BLOGÍGRAFO



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domingo, 23 de marzo de 2014

Un relato de los míos

50 SOMBRAS DE AL.
(Por Al Segar)
Estoy deseando llegar a casa para montarte salvajemente.
Desahogo mi instinto más primitivo contigo y tú no te quejas; tampoco te he preguntado nunca si estás conforme con mi conducta. Te mantienes en silencio y dicen que eso otorga. Simplemente llego, te poseo y ya está. Después de una relajante ducha, me olvido de ti hasta la próxima vez en que siento la necesidad de gozarte, dando rienda suelta a mis... inclinaciones más retorcidas. Eres mi esclava y lo sabes, o tal vez no lo sepas, o tal vez incluso esté equivocado y realmente sea yo tu esclavo. Pero me da igual, no me importa saberlo, solo me importa el contacto con tu armoniosa complexión, firme, tersa, carente de cualquier imperfección.
Ya estoy cerca; quedan todavía dos manzanas pero ya he sacado las llaves del bolsillo. El corazón parece querer escapárseme del pecho; casi puedo escuchar su acelerado martilleo.
Recuerdo que llegaste como caída del cielo hace pocos días, durante las vacaciones navideñas, como un imprevisto regalo de reyes. Desde entonces compartimos nuestra particular y apasionada relación. Allí estabas, esperándome, con tu sensual y brillante color azabache que pedía abiertamente que te tomase, que gozase de tu delicada belleza. Y así lo he hecho casi a diario gracias a tu disposición sin condiciones, sin censura; todo vale en nuestra bizarra dependencia; tú me necesitas y yo a ti también.
Nunca antes había sentido tanto placer entre mis piernas, ni había sudado tanto como contigo. Nunca antes había tenido la sensación de no desear parar nunca; no veo el momento de dejarlo a pesar de que a veces son tres o cuatro horas las que disfrutamos juntos, hasta que tu siempre insaciable voracidad sin límites consigue dejarme totalmente exhausto.
Ya estoy en casa. Prepárate. Dame unos minutos para vestirme como a ti te gusta: con mis mallas ceñidas y la camiseta de lycra que resalta mi musculatura.
Ya estoy listo. Ahora un poquito de aceite lubricante en la cadena, una revisión de la presión de las ruedas y a pedalear un buen rato contigo, mi flamante bici nueva de color azabache. Menudo regalo me han traído este año los reyes.


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